La coordinadora de MAELA Argentina, Alicia Alem, estuvo participando en representación de MAELA Continental, de la IV Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria que sesionó los días 2 y 3 de mayo pasados en Santiago de Chile, en una convocatoria de la Alianza para la Soberanía Alimentaria que reúne a redes regionales del continente.
Nota: Ignacio Cirio . MAELA Uruguay - Radio Mundo Real - Vía Campesina
Semillas:
bases del sustento
La biodiversidad campesino-indígena
como base de la Soberanía Alimentaria; nuevas amenazas a un patrimonio de los
pueblos al servicio de la humanidad
Las amenazas
tecnológicas y legales sobre las semillas libres, patrimonio de los pueblos
campesinos, agricultores e indígenas del planeta representan un riesgo para el
sustento de la humanidad que debe ser detenida. Así lo
determinó la IV Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria que sesionó
los días 2 y 3 de mayo pasados en Santiago de Chile, en una convocatoria de la
Alianza para la Soberanía Alimentaria que reúne a redes regionales del
continente.
A lo largo
del Siglo XX y lo que va del Siglo XXI se ha producido la mayor destrucción de
la biodiversidad agrícola construida a lo largo de 12 mil años de agricultura,
con una pérdida del 75% de ella. La agricultura industrial es la principal
responsable, según las cifras de la FAO. Desde los comienzos de la agricultura
se han cultivado o recogido más de 7.000 especies de plantas para la obtención
de alimentos, muchas de ellas, con miles de variedades, que han sido recreadas
en el diálogo de los seres humanos con la naturaleza.
“Esta
destrucción se haya profundamente vinculada y está relacionada con un sistema
productivo que ha perdido el rumbo”, señaló el grupo de trabajos sobre semillas
–que incluyó en su conceptualización a las especies acuícolas con que trabajan
los y las pescadores artesanales- en una declaración temática emitida al fin de
las deliberaciones.
La
integrante de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos, Elizabeth
Bravo, desde Ecuador, realizó una reseña de la implantación de legislaciones
restrictivas al uso e intercambio de semillas propias por parte de los
agricultores, así como de una fuerte ofensiva de la industria semillera
trasnacional para la criminalización de dicha dinámica ancestral, de modo de
asegurar sus lucros a través de la imposición de derechos de obtención vegetal,
registros y patentes de derecho de propiedad intelectual. Por ejemplo,
manifestó que los países que firman tratados de libre comercio con países o
bloques de países signatarios de la legislación de la Unión Internacional de
Protección de los Derechos de Obtención Vegetal (UOPV 91), se ven obligados a
asumir esa reglamentación, que es un mecanismo de apropiación de la
biodiversidad.
Versión completa de la Declaración donde se resume
el posicionamiento de la IV Conferencia:
Declaración sobre la Biodiversidad para el Sustento:
¡Debemos detener ya la destrucción de las bases de nuestra subsistencia!
4-5-2014
Alianza por
la Soberanía Alimentaria de los Pueblos de América Latina y el Caribe
Nosotros,
campesinas y campesinos, pescadoras y pescadores artesanales, pastoras y
pastores, recolectoras y recolectores, indígenas, mujeres y jóvenes y otras
organizaciones de la sociedad civil de todo América Latina y el Caribe
denunciamos la apropiación de nuestros sistemas alimentarios y de subsistencia
por parte de un sistema corporativo, que con la complicidad de gobiernos y
organismos internacionales, busca convertir los alimentos en mercancías y
especular con ellos, para obtener cuantiosas ganancias.
Los sistemas
industriales de producción agrícola, ganaderos y pesqueros y acuicultura
intensiva junto con el avance de mega proyectos extractivos de infraestructura,
turísticos y políticas de explotación, están llevando a la humanidad a un
callejón sin salida, que se caracteriza por la destrucción de los ecosistemas
naturales y de la depredación de los recursos, los conocimientos tradicionales,
la forma de vida campesina, pesquera y la biodiversidad.
Esta
situación requiere de una acción urgente de parte de gobiernos y organismos
internacionales, que vaya más allá de tibias declaraciones y aborde los
problemas de fondo y las causas centrales. Requiere además que las comunidades
tomen en sus manos la defensa irrestricta de sus sistemas de producción
autónoma y soberana.
Se trata de
una guerra contra los pueblos, que desde el comienzo de los tiempos han
subsistido y alimentado a la humanidad, para apropiarse de sus territorios, sus
semillas, sus conocimientos y su biodiversidad que ya ha demostrado sus
nefastas consecuencias.
A lo largo
del Siglo XX y lo que va del Siglo XXI se ha producido la mayor destrucción de
la biodiversidad agrícola construida a lo largo de 12 mil años de agricultura,
con una pérdida del 75% de ella. La agricultura industrial es la principal
responsable, según las cifras de la FAO. Desde los comienzos de la agricultura
se han cultivado o recogido más de 7.000 especies de plantas para la obtención
de alimentos, muchas de ellas, con miles de variedades, que han sido recreadas
en el diálogo de los seres humanos con la naturaleza.
En la
actualidad únicamente 30 cultivos proporcionan el 95% de los alimentos del ser
humano, y tan sólo cuatro de ellos – el arroz, el trigo, el maíz y las papas –
suministran más del 60 %.
La ganadería
campesina y familiar ha realizado una contribución de más o menos 4.500 razas a
partir de 40 o más especies animales y desarrolladas durante los últimos 12.000
años. Seis razas de animales por mes están desapareciendo. Estas razas
representan al conjunto remanente de diversidad genética animal, que debería
suplir las demandas alimentarias futuras. Informaciones recientes sugieren que
el 30% de las razas del mundo están en peligro de extinción. La causa principal
es el avance brutal de sistemas de producción industrial que se basa en apenas
tres especies (vacas, cerdos, gallinas) y que ocupan territorios, contaminan el
ambiente, generan nuevas enfermedades, amenazan a razas criollas y a los seres
humanos.
La inmensa
diversidad hidrobiológica en mares y ríos, es el principal sustento para la
pesca artesanal. Por miles de años está produciendo alimentos para los pueblos
de manera sustentable, y se encuentra seriamente amenazada por el avance de
sistemas industriales de pesca que han arrasado con la diversidad
hidrobiológica .Hoy el panorama nos muestra que más del 50 % de las
poblaciones marinas mundiales están completamente explotadas, un 17 %
sobreexplotadas y un 8% agotadas debido al uso abusivo. La producción de las
pesquerías de aguas continentales se ve a menudo afectada por la pesca indiscriminada
por la flota industrial de arrastre que destruyen los fondos marinos y las
biomasa y lo más grave es la destrucción de los ecosistemas y contaminación
ambiental de la acuicultura intensiva y la modificación de las cuencas
fluviales, que afectan a la capacidad de la producción pesquera y a la
biodiversidad.
Finalmente
los bosques, ríos, mares, manglares, selvas, montes, praderas y otros
ecosistemas naturales - que dan sustento a miles de comunidades pesqueras y de
pueblos indígenas, recolectores y campesinos en el mundo - están sufriendo un
severo ataque por el avance del modelo descrito. Cada año se pierden 13
millones de hectáreas de bosques, principalmente por su conversión a otros usos
de la tierra.
Toda esta
destrucción se haya profundamente vinculada y está relacionada con un sistema
productivo que ha perdido el rumbo.
Este sistema
se caracteriza por:
La mercantilización de los
bienes naturales, la expansión de los monocultivos, el uso de semillas híbridas
y transgénicas y la aplicación consiguiente de agrotóxicos.
Una concentración corporativa
sin precedentes que hace que en la actualidad la mayor parte de los diferentes
nichos de mercado esté controlado por un puñado de corporaciones.
La utilización de tecnologías
peligrosas como el uso de agrotóxicos, de semillas transgénicas, y de la
agricultura de precisión, que tienen como objetivo el control corporativo del
sistema agroalimentario. A ello se suma el peligro de adopción de nuevas tecnologías
como las semillas Terminator, los nuevos cultivos transgénicos resistentes a
herbicidas altamente peligrosos, la biología sintética y otras.
La aplicación de los derechos
de propiedad intelectual sobre la vida (patentes, derechos de obtentor y otros)
y las normas que obligan a registrar y certificar semillas y la producción
agroecológica, como mecanismos para la monopolización de la agricultura, las
semillas, y la vida en general. En este terreno el impulso de Leyes de Semillas
a partir de UPOV 91, ha adquirido en estos últimos años una virulencia
inusitada en todo el Continente.
El impulso de mecanismos de
mercado como la “Economía Verde” se están imponiendo desde las esferas
internacionales y nacionales, que propagandizan falsas soluciones a la crisis
alimentaria.
La homogeinización de la
producción como paradigma productivo, social y cultural. Esta homogeinización
privilegia el consumo de bienes materiales uniformes a nivel global y está
llevando adelante una profunda destrucción de la diversidad de culturas que la
humanidad ha desarrollado por miles de años.
La contaminación producida por
los sistemas productivos agroindustriales e industriales, que no asumen ninguna
responsabilidad sobre los impactos que provocan.
La deslocalización de los
sistemas productivos y de las comunidades como mecanismo para el control
empresarial.
La apropiación de
conocimientos, territorios, culturas para su mercantilización y
comercialización.
El desplazamiento de millones
de personas en todo el mundo hacia las grandes urbes para convertirlas en meras
consumidoras pasivos y sin raíces.
La acumulación por despojo
para ocupar, por cualquier medio, los territorios de los pueblos y comunidades
pesqueras y convertirlos en espacios de saqueo.
La especulación financiera
como mecanismo para colocar a todos los bienes en el mercado y maximizar
ganancias corporativas.
La utilización de las crisis
climática, energética, de biodiversidad, alimenticia y ambiental, para la
creación de nuevos negocios y nuevos mecanismos de despojo.
Desvalorización e
invisibilización de los modos de producción de los conocimientos a nivel de las
comunidades.
Nosotros
decimos ¡BASTA! y exigimos que se ponga fin a este proceso de exterminio de la
naturaleza y de nuestros sistemas de vida. Exigimos incorporar a los
diagnósticos técnicos, un análisis político que ponga nombre y apellido a los
responsables de este crimen y que se establezcan los pasos a seguir para juzgar
a los responsables, detener su accionar y restablecer sistemas productivos
sustentables, que estén en manos de las comunidades.
Como mínimo
un plan de acción para la Diversidad para el Sustento debería contener los
siguientes aspectos:
Desmantelar el poder
corporativo que sustenta a los sistemas productivos industriales de producción
de alimentos, que están destruyendo nuestros sistemas de vida, como única
posibilidad de supervivencia de la humanidad.
La eliminación completa de
todos los mecanismos de derechos de propiedad intelectual y de las leyes de
semillas “Monsanto” que se están impulsando en casi todos los países de la
región para avanzar con el proceso de apropiación de la vida y de los conocimientos
de los pueblos, liquidar la agricultura campesina, la pesca artesanal y
expandir la agricultura , pesca y acuicultura industrial.
La prohibición de todos los
desarrollos tecnológicos, exploración sísmica y explotación hidrocarburífera y
minera que conllevan a la desaparición de las especies más sensibles, amenazan
a los sistemas naturales, agrícolas y hidrobiológicos y a la producción
soberana de alimentos.
La declaración de América
Latina como un Territorio Libre de Transgénicos evitar el ingreso de especies
exóticas a nuestros mares y aguas interiores, la restauración integral de los
ecosistemas ya afectados por estas tecnologías, la identificación de los
responsables de su adopción y la puesta en marcha de las medidas necesarias
para concretar esta decisión.
La prohibición y retiro del
mercado de los agrotóxicos, comenzando por los plaguicidas extremadamente
peligrosos, para caminar hacia una transición agroecológica.
El desmantelamiento de todos
los mecanismos de especulación financiera con los alimentos, en aplicación del
Derecho Humano a la Alimentación como un Derecho Humano Básico, que no puede
estar sujeto a mecanismos de mercado.
El establecimiento de
políticas públicas basadas en la Soberanía Alimentaria a partir de la
participación de las comunidades locales y el respeto a la diversidad cultural,
social y ecológica.
La puesta en marcha de una
profunda Reforma Agraria Integral y Popular que devuelva la tierra a quienes
producen alimentos, así como el reconocimiento del derecho al acceso a los
recursos, como un derecho humano fundamental.
El reconocimiento del derecho
de los pueblos de pescadores artesanales y recolectores a los territorios
hidrobiológicos, su cultura y la diversidad como base para la continuidad de su
sustento y comercialización.
La implementación de políticas
públicas de apoyo de la producción agroecológica incluyendo el establecimiento
y fortalecimiento de mercados locales.
La defensa de las Semillas
como Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad y de toda la
diversidad animal y acuática como base fundamental del sustento de nuestras
futuras generaciones.
Al mismo
tiempo nosotros, las organizaciones aquí presentes, nos comprometemos a seguir
produciendo alimentos para la humanidad como los hemos venido haciendo desde
los comienzos de la historia y como lo seguimos haciendo hoy, cuando con apenas
un 24 % de las tierra, producimos el 70% de los alimentos que alimentan a
toda la humanidad.
Santiago de Chile - 4 de mayo de 2014
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