Declaración de la I Asamblea de la
Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina y el Caribe
5 y 6 de agosto de 2013, Bogotá,
Colombia
En representación de 23 redes,
movimientos y organizaciones de América Latina y el Caribe y acompañados por 11
organizaciones nacionales, hemos llegado a Bogotá mujeres y hombres integrantes
de organizaciones continentales y regionales de campesinos y campesinas, de la
pesca artesanal, la agricultura familiar, trabajadores y trabajadoras rurales,
jóvenes, pueblos originarios, afrodescendientes, movimientos agroecológicas, de
derechos humanos y ecologistas, para sellar nuestro compromiso de culminación de
la creación de la Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina y el
Caribe.
Nuestra Alianza emerge de un proceso
histórico. Tenemos una historia de encuentro de más de 16 años. Tenemos una
historia que abonamos con esfuerzo y con luchas que data de mediados de los 90.
Donde en medio de una crisis que nos condenaba al hambre y a la desnutrición,
los gobiernos y la FAO nos daban como respuesta la seguridad alimentaria,
propuesta que no daba cuenta ni de nuestras demandas ni dimensionaba la crisis
por la que el planeta atravesaba. Desde el nacimiento del concepto de Soberanía
Alimentaria que se discute y define por primera vez en la II Conferencia
Internacional de la Vía Campesina, realizada en Tlaxcala, México, en abril de
1996, hemos recorrido un largo camino enriqueciendo este concepto para
convertirlo en un legado.
Cuando hace un año decidimos realizar esta
Asamblea en Colombia lo hicimos con la decisión de apoyar a las organizaciones
sociales colombianas y al pueblo de Colombia que desde la resistencia y la
articulación buscan una salida justa y definitiva al conflicto armado, a los
desplazamientos de millones de campesinos, indígenas y afrodescendientes y a la
devastación ambiental y territorial. Lo hicimos con plena consciencia de la
importancia que tenía reunirnos en un país atravesado por conflictos y disputas
por los territorios desde hace décadas que resultan emblemáticos del modelo de
apropiación de territorios, destrucción de la naturaleza y expulsión de
nuestros pueblos que con diferentes matices e intensidades son llevados
adelante por los poderes corporativos en todo el continente. Esto cobra hoy
mucha mas relevancia ante la posibilidad cierta de la finalización del
conflicto armado con la concreción de la puesta en marcha de las negociaciones
de paz.
Estamos seguros que los próximos meses
pondrán a Colombia en el centro de la escena latinoamericana en la cuestión de
tierras y la agricultura frente a los escándalos por el acaparamiento de
tierras por parte de corporaciones como Cargill que demuestran la continuidad
del modelo de despojo y apropiación apoyado por el gobierno nacional.
Desde el 2002 a la fecha participamos
de tres Conferencias Especiales donde logramos llevar la voz de la sociedad
civil y la posición política a los gobiernos y la FAO, participamos de la
Conferencia de Reforma Agraria y Desarrollo Rural, de las Directrices Voluntarias
por la Tierra y el Territorio, de la Conferencia Interparlamentaria sobre
derechos a la seguridad alimentaria, de los Mecanismos de la Sociedad Civil del
Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.
En cada una de estas Conferencias llevamos a cabo Foros Paralelos de
articulación y debate donde elaboramos nuestras propias propuestas, iniciativas
y fortalecimos nuestros mecanismos de articulación logrando en el año 2012 que
la FAO se comprometa a discutir la soberanía alimentaria, entre otros logros.
Todo este transitar nos sirvió como
organizaciones y movimientos que promovemos y defendemos la soberanía
alimentaria para fortalecer nuestras alianzas, construir confianza y
propuestas. Como resultado de este proceso,
sentimos central profundizar la acumulación de fuerzas populares para
nuestra soberanía alimentaria. Para ello entendimos necesario transformar la
forma de organizar la articulación y en marzo de 2012 fundamos, en Buenos
Aires, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina y el Caribe.
La Alianza que hoy consolidamos en
esta primer Asamblea constituye una confluencia de redes regionales y
subregionales que se propone ser una fuerza de unidad de los pueblos que luchan
por la Soberanía Alimentaria como elemento sustancial en la construcción de un
nuevo modelo de sociedad basada en el Buen Vivir y la Soberanía Popular.
Nuestra Alianza está llamada también a contribuir a la resistencia al modelo de
desarrollo imperante que privatiza los sistemas alimentarios, la cultura,
saberes y conocimientos a favor de las grandes corporaciones. Desde estas
posiciones nos definimos autónomos, miembros del Comité Internacional de
Planificación para la Soberanía Alimentaria CIP y con voluntad de diálogo para
con los gobiernos y los organismos internacionales.
Nuestra compromiso es llevar adelante
la lucha por la Soberanía Alimentaria asumiéndola
como principio, visión, legado, derecho
y deber construido por los Pueblos Indígenas, campesinos, agricultores
familiares, pescadores artesanales, mujeres, afrodescendientes, jóvenes y
trabajadores rurales, que se ha convertido en una plataforma aglutinadora de
nuestras luchas y en una propuesta para la sociedad en su conjunto.
Asumimos la defensa de nuestros Territorios
que incluyen las tierras, los océanos, las aguas y los bosques, para fortalecer la lucha contra el
acaparamiento y la explotación a gran escala; el extractivismo y privatización
de bienes; la agricultura industrial a gran escala, fomentada desde la lógica
del sistema capitalista es el modelo predominante en nuestros países que
mercantiliza la vida y precariza las relaciones laborales, debilitando las
condiciones de vida de los asalariados. No nos resignamos a ver nuestros
territorios, nuestros mares y nuestros ríos contaminados y degradados por la aplicación
de agrotóxicos, medicamentos y miles de productos químicos producidos por este
modelo de muerte y seguiremos luchando contra su imposición y para mantener
libres de ellos a los mismos.
Esta lucha por el Territorio
conlleva el derecho a la autodeterminación y el derecho al Consentimiento
libre, previo e informado de los pueblos. Y va ligada indisolublemente a la
lucha por una Reforma Agraria Integral que impulse la restitución y
reconstrucción territorial, rural, urbana y acuática, y la tenencia de la
tierra de los pueblos indígenas, originarios.
En este caminar nos hemos encontrado
en la defensa de nuestra Biodiversidad a
partir de las prácticas agrícolas tradicionales de nuestros pueblos con base
agroecológica que son una respuesta concreta a los graves problemas globales
que sufre nuestro planeta. Nuestros sistemas productivos tienen la capacidad de
enfriar el planeta, de producir alimentos respetando y alimentando la
biodiversidad y nuestros bosques y de cuidar y alimentar nuestros suelos que están
siendo desertificados gravemente como consecuencia de la imposición de la
agricultura industrial.
La lucha por la Biodiversidad
incluye la protección de las semillas y el conocimiento tradicional, libre de
patentes y de propiedad intelectual. Nos manifestamos contra las tecnologías
tales como los transgénicos, la geoingeniería, etc., que amenazan, socavan,
destruyen los ecosistemas terrestres y acuáticos y se apropian o contaminan los
saberes ancestrales. Así mismo, estamos
definitivamente comprometidos en recuperar y defender la diversidad silvestre y
cultivada, especialmente de las semillas y animales como patrimonio de los
pueblos.
Ello implica también contribuir a la
resistencia al modelo de desarrollo imperante que artificializa, privatiza y mercantiliza
los sistemas alimentarios. Rechazamos el sistema capitalista, patriarcal, y cualquier tipo de
discriminación, reafirmando nuestro compromiso en lograr una equidad total
entre hombres y mujeres. Este sistema es el que hoy produce como resultado la violencia, la militarización
y la criminalización de nuestras luchas y resistencias.
Elegimos la vía de la Agroecología como modo de vida que
recupera todo lo que hemos perdido, una conexión con los saberes ancestrales.
Es una fuerza que enfrenta al modelo capitalista; rescata los mercados locales
como parte fundamental de preservar los valores, saberes de las comunidades;
pone en discusión los precios, fomenta el intercambio y el trueque como modelo
económico de una economía social y solidaria basada en la sustentabilidad,
redistribución y la reciprocidad. Es una propuesta alternativa al cambio climático que afecta principalmente
a los productores de alimentos locales.
La alimentación no es una mercancía
sino un derecho humano reconocido por los Estados a partir de diversos
instrumentos jurídicos internacionales. Reconocer este derecho plantea la
obligación de los Estados de respetar, proteger y garantizar el Derecho a la
Alimentación de los pueblos y en especial de los productores de alimentos, que
se garantice el derecho al trabajo y empleo dignos, al salario justo basado en
los principios de justicia social y dignidad humana.
El camino que hemos emprendido, tal
como lo hemos compartido, es fruto de casi dos décadas de construcciones
colectivas en diferentes ámbitos que hoy nos permiten asumir este nuevo desafío
que dejando de lado diferencias puntuales nos hace unirnos en la diversidad
para fortalecer y lograr un potente accionar colectivo transformador.
Un componente estratégico en estas
luchas por Soberanía Alimentaria desde los territorios es la comunicación,
entendida en su rol transformador, unificador, creador de sentidos y valores
que representan nuestros objetivos políticos y no como mercancía como la
entiende el mercado informativo.En ese sentido, la Alianza reivindica el papel
de la comunicación desde los movimientos sociales y comunitarios, que
visibilice los procesos de resistencia y la construcción de propuestas, con
carácter colaborativo, solidario y complementario.
Asumimos plenamente el compromiso de
seguir a partir de hoy fortaleciendo esta Alianza y alimentarla con la
integración de nuevas articulaciones para desde el internacionalismo, la
solidaridad, la defensa del bien común, el respeto por la autonomía y la
autodeterminación de los pueblos lograr las transformaciones que la crisis
presente y el compromiso con las futuras generaciones nos demandan.
Expresamos nuestra solidaridad y
compromiso con todos los movimientos sociales de Colombia con el convencimiento
de que una paz duradera solamente será posible cuando se escuche la voz de las
organizaciones, su demanda por una Reforma Agraria Integral basada en el respeto por los derechos
colectivos territoriales y libres de explotación de proyectos de agronegocio o
extractivistas donde la restitución de las tierras a las comunidades
desplazadas se haga efectiva sin artilugios que legitimen la usurpación.
Celebramos con entusiasmo el renacer
de la unidad de los movimientos sociales en América Latina en lucha por la
Soberanía Alimentaria y en lucha por la vida durante la última década y los
logros que hemos tenido en el camino de reinvidicar la dignidad, la justicia y
el buen vivir de nuestros pueblos. El paso que estamos dando es trascendental
en la lucha por lograr las transformaciones profundas que nuestro Continente
requiere frente al agotamiento de un modelo de desarrollo que sobre la base del
extractivismo en sus diferentes formas marca la continuidad de siglos de
despojo y exterminio.
¡Construyendo la Unidad de los pueblos
latinoamericanos y caribeños para la Soberanía Popular y Alimentaria!
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